domingo, 13 de abril de 2014

La llegada a Arabia Saudi

Ya hace dos semanas que llegué y entre una cosa y otra no he podido contar nada, pero ¡aquí estoy!

El viaje lo hice vía Doha (Qatar), es decir, que volé más lejos para luego retroceder, en total unas 10 horas. El vuelo de Madrid a Doha muy bien y además el avión iba prácticamente vacío, unos pocos españoles y bastantes japoneses. El vuelo de Doha a Jeddah, que es la ciudad más grande que está cerca de KAUST (sobre una hora en coche), fue… interesante. Os cuento:


El tránsito de un avión a otro fue de a penas 15 minutos. Una de las cosas que me llamó la atención fue que casi todos los pasajeros eran musulmanes, salvo un par de chicos españoles que trabajaban en el proyecto del AVE y yo. Los hombres vestían el traje blanco que se llama thawb, algunos llevaban el pañuelo típico árabe que se llama ghutra si es blanco y shumagh si es rojo, para sujetar este pañuelo se ponen un casquete blanco llamado taqiyah y el cordón negro que llevan encima se llama igal. Las mujeres de negro con la abaya que es como una bata, el pelo tapado con el hijab y la mayoría con el rostro cubierto con el niqab. En España diríamos que llevan un burka, pero el burka es cuando van tapadas completamente y ni siquiera hay un agujerito para los ojos (en esa zona la tela es más fina para que puedan ver).


La primera dificultad la encontré para llegar a mi asiento, ya que el resto de pasajeros estaba en medio de los pasillos y no había manera de que se moviesen. Cuando conseguí sentarme vi que aquello era un auténtico alboroto, nadie se sentaba en el asiento que le correspondía, las azafatas estaban desesperadas, y hasta tuvieron que entrar en el avión dos hombres de seguridad que hablaban árabe para hacerles entender que tenían que sentarse donde les correspondía.

Por fin el avión despegó sobre las once y media de la noche, la primera mitad del viaje fue bastante tranquila y tuve la suerte de que al ser la única mujer occidental, las azafatas se acercaban continuamente a charlar conmigo. Pero cuando ya faltaba menos para llegar a Jeddah, mis ojos se quedaron como platos… empezó a haber un continuo desfile de hombres que iban a los servicios y luego salían envueltos en dos toallas blancas de flecos, una por la cintura y otra por los hombros, hasta que el 80% de los hombres del avión iban solo con toallas.

Pero no se habían vuelto locos, aquello era el atuendo para hacer el Hajj que es el peregrinaje que los musulmanes hacen a la Meca al menos una vez en la vida. Para hacer este peregrinaje deben estar en un estado llamado Ihram, por el que tienen que estar limpios (purificados), no pueden afeitarse ni cortarse las uñas, pero sí afeitarse la cabeza. Tampoco pueden usar perfumes, la ropa que tienen que llevar son las dos toallas blancas y unas sandalias que no pueden llevar ningún nudo o puntada (es decir, que tienen que estar pegadas en vez de cosidas). Así que imaginaros, la única mujer occidental en un avión lleno de hombres, medio desnudos, barbudos y ¡con las uñas largas!
Lo cierto es que a pesar de tanto hombre en paños menores, el avión olía a limpio, era un olor extraño, ya que tampoco era perfume, pero sí a limpio.


Llegue a Jeddah a las 3 de la madrugada, me estaba esperando un representante saudí de la universidad en la que voy a trabajar y no tuve que hacer ninguna cola en el control de pasaportes, pero sí me fijé en que había dos colas distintas, una para hombres y otra para mujeres y familias. Después de casi una hora esperando por mi maleta, me la pasaron por el escáner y gracias a Dios no me quitaron nada (¡iba cagada de miedo!).

A las 5 de la madrugada ya estaba en KAUST, pero antes de poder ir a dormir tuve que pasar por el Visitor center para que me hicieran una tarjeta temporal y por la Housing office en donde me dieron las llaves de mi casa. Me acompañaron para explicarme todo, aunque a esas horas ni prestaba atención, ya que lo único que quería era ir a dormir. ¡Lo conseguí a las 6 y pico de la mañana!

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